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Wednesday, December 30, 2009

Como Ulises - Javier Krahe

El cuento sobre Penélope y Ulises que incluí de hace unos días me ha recordado esta estupenda canción de Javier Krahe, en la que, con su particular sentido del humor, recrea la historia de Odiseo.

Podéis encontrar la letra aquí.


Monday, December 28, 2009

Paul von Lettow-Vorbeck (II): Guerra de guerrillas

En una entrada anterior habíamos contado como Paul von Lettow-Vorbeck había recibido el mando de las fuerzas alemanas en África Oriental, la Schutztruppe, poco antes del comienzo de la I Guerra Mundial. A pesar de la desproporción de fuerzas, von Lettow rechaza el primer intento de invasión británica en la batalla de Tanga.

Von Lettow pronto se dio cuenta de que era inútil esperar refuerzos ni material desde la metrópoly. Estaba solo, rodeado de territorio hostil y con los británicos dominando las aguas, pero aún así se esforzó en hacer todo lo posible para ayudar a su país. Era consciente de que África era un teatro de operaciones secundario; la guerra iba a decidirse en los campos de batalla de Europa. Decidió entonces que su mejor contribución a la victoria de Alemania era convertirse en una constante molestia para los aliados: cada hombre destinado contra él sería un soldado menos luchando en Europa.

Los alemanes se dedicaron a hostigar las comunicaciones entre los territorios británicos. Al mismo tiempo von Lettow reclutaba nuevos soldados para su Schutztruppe llegando hasta los 14.000 hombres, el 90% de ellos africanos. Del crucero alemán SMS Königsberg rescata sus piezas de artillería, ordenando a los talleres  de Dar es Salaam que construyan carros para transportarlas. Serían las mayores piezas de artillería de todo el frente de África Oriental.

Cañones del Königsberg en tierra. Foto tomada de Wikipedia.

En los primeros combates von Lettow aprende una dolorosa lección: la victoria no compensa la pérdida de hombres bien entrenados que no puede reemplazar. Desde entonces optará por evitar el enfrentamiento directo.

En febrero de 1916 la Entente se decide a acabar de una vez por todas con esta molestia. Manda contra él un ejército de 45.000 hombres, con fuerzas británicas atacando por el norte y el sur, y belgas desde el Congo, en el oeste. Al mando otra leyenda de la historia blanca del continente, el general J.C. Smuts, que había luchado contra Gran Bretaña en la guerra de los Bóers y ahora dirigía las fuerzas de esta nación contra von Lettow.

Reparto colonial de África en 1914. Imagen tomada de How Stuff Works.


Ante esto la Schutztruppe opta por una guerra de guerrillas. Constantemente en movimiento, ataca dónde el enemigo no le espera. A su favor está la alta moral de sus tropas, reforzadas por la admiración que sienten por su comandante que hacen que le sigan a cualquier parte. Von Lettow habla fluidamente swahili y nombra oficiales de color; según sus palabras: “Aquí todos somos africanos”. Aún así en su constante peregrinar evita las regiones de origen de sus soldados para evitar posibles deserciones.

El ejército alemán se ve obligado cada vez más a vivir del terreno. Cuando pueden llevan con ellos ganado para alimentarse, además de lo que pueden cazar. Al atravesar zonas desérticas se ven obligados a beber su propia orina, hacen sus botas con piel de búfalo, y a falta de medicinas utilizan remedios tradicionales con mayor o menor eficacia (el propio von Lettow llega a enfermar hasta diez veces de malaria).

En 1917 el general van Deventer releva a Smut y retoma la ofensiva al mando de 120.000 hombres frente a los escasos 3.000 supervivientes de la Schutztruppe. Von Lettow se ve obligado a retirarse hacia el sur. Entra en el Mozambique portugués, que ha declarado la guerra a Alemania, consiguiendo arrebatar a las guarniciones de allí gran cantidad de material, es especial modernos rifles y suministros médicos. Luego vuelve al África alemana, venciendo cada batalla disputada, y entra en Rodhesia del Norte, siendo el único comandante alemán en la guerra que invade territorio inglés. Allí recibe la noticia del armisticio. Tras plantearse la posibilidad de continuar la guerra por su cuenta, finalmente von Lettow decide deponer las armas. Armas, que al igual que sus ropas o municiones, han sido en un noventa por ciento arrebatadas a sus enemigos. Como comenta el historiador Charles Miller, “Más que rendir sus armas lo que hizo fue devolver artículos prestados».

«Técnicamente hablando», escribe el americano John Gunther, «no fue una rendición, sino que Lettow licenció a sus tropas y se puso a disposición del comandante enemigo». Y Charles Miller señala: «Hubo una ridícula ceremonia: la capitulación de un ejército que no había perdido ante un ejército que no había ganado».

Es fácil escuchar hablar de esta guerra como una guerra de caballeros. En cierta ocasión el general Smut hizo llegar a von Lettow la noticia de que había recibido la Cruz de Hierro acompañada de una felicitación personal. Von Lettow respondió agradeciendo el detalle y afirmando que debía haber un error, ya que él no era merecedor de tan alto honor. Además von Lettow liberaba a los oficiales enemigos bajo promesa de no volver a levantar las armas contra Alemania mientras durase el conflicto. De este modo, además, se ahorraba tener que cargar con los prisioneros durante sus continuas marchas. Eso sí, en ninguna de mis fuentes se menciona nada sobre el trato que se profesaba a los prisioneros nativos.

Esta fachada de caballerosidad no debe ocultar lo que la guerra significó para los verdaderos habitantes del país. Cuando Smuts y, posteriormente, van Deventer fueron conscientes de que no iban a conseguir empujar a von Lettow a un enfrentamiento directo, su estrategia se dirigió contra sus fuentes de alimentos, esperando rendirlos por el hambre. Esto forzó a los alemanes a actuar como saqueadores. Según palabras de Ludwig Deppe, uno de los médicos que acompañaba a la Schutztruppe: “A nuestra espalda dejábamos campos destruidos, graneros saqueados y, en el futuro inmediato, hambre. Ya no éramos emisarios de la cultura, nuestro camino estaba surcado de muerte, pillaje y pueblos evacuados...”

El trato de los habitantes del África Oriental alemana no mejoraba bajo los nuevos dueños del territorio, ya fueran británicos o belgas, que se desentendían de la situación de la población. De hecho, cuando había problemas de suministro, los askari ingleses recurrían al ancestral método de saquear las aldeas vecinas. Finalmente, y como suele suceder, fue la población local la que más sufrió una guerra decidida por personas que vivían a miles de kilómetros de allí.

Actualización: Añado un mapa que muestra la ruta seguida por von Lettow durante la guerra. Lo he encontrado buscando en imágnes de Google y proviene de Jaduland. Lástima que la página esté en alemán (o, más bien, lástima que yo no lo hable).



Fuentes:

Entradas relacionadas:

Sunday, December 27, 2009

Empiezo a preocuparme

Lo que peor llevo de estas fiestas es la cantidad de tiempo que tengo que pasar offline.

¿Sabéis de alguna asociación tipo Internautas Anónimos? ¿Tienen grupo en el Facebook?

Saturday, December 26, 2009

La tela de Penélope o quién engaña a quién

Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.

Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.

De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.

FIN

El libro La oveja negra y demás fábulas de Augusto Monterroso.

Friday, December 25, 2009

Dulce inocencia

¡Oh, papá, cuánto sabes!

Mi hija de tres años después de pedirme que contara hasta quince.

Wednesday, December 23, 2009

Canciones para un día de lluvia: Youmi Kimura y Joe Hisaishi

Tenía guardada esta entrada para otro día, pero hoy han sonado sin buscarlas mientras conducía bajo la lluvia y me han parecido el tipo de canción para escuchar acurrucadito en casa mientras escuchas caer el agua fuera. 

De una de mis películas preferidas, una de mis canciones favoritas: Always with me, interpretada por Youmi Kimura.



La canción aparece en El viaje de Chihiro y está compuesta, como es habitual en las películas de Hayao Miyazaki, por Joe Hisaishi. De este mismo compositor os incluyo un par de canciones más interpretadas por él mismo al piano:

Summer, de la película El verano de Kikujiro de Takeshi Kitano (también me encantó esta película, aunque fui el único de los cuatro que la vimos en el cine -y también uno de los dos que aguantó hasta el final despierto-).



Y One Summer's Day, también de El viaje de Chijiro.



Aunque si hablamos de piano y días de lluvia, mi favorita siempre ha sido ésta.

Tuesday, December 22, 2009

Paul von Lettow-Vorbeck (I): Comienza la guerra en África

Empiezo aquí una serie de entradas dedicadas a contar la historia de Paul von Lettow-Vorbeck, comandante de las fuerzas alemanas en África del Este durante la I Guerra Mundial y considerado como uno de los mejores estrategas de la guerra de guerrilla de la historia. Tras mantener en jaque durante toda la contienda a fuerzas que multiplicaban varias veces su número, viviendo del terreno y combatiendo con las armas que arrebataba a sus enemigos, se rindió al finalizar la guerra sin haber perdido una sola batalla.


Paul Emil von Lettow-Vorbeck nació en Prusia en 1870. Estudió en la Academia Militar de Kassel y combatió en China como miembro de las fuerzas internacionales que vencieron la rebelión de los Boxer. Entre 1904 y 1906 estubo asignado en la actual Namibia durante la insurrección de los Hotentoes y los Herero, cuya represión es considerada como el primer genocidio del siglo XX. Allí aprendió algunas de las tácticas de lucha en la selva y desarrolló una enorme pasión por África. Tras pasar unos años en Alemania, en 1913 recibió el mando de las fuerzas alemanas en África del Este (la parte continental de la actual Tanzania, Burundi y Ruanda).

En los albores de la I Guerra Mundial, von Lettow-Vorbeck estaba al mando de una tropa formada por 260 alemanes y 2.472 soldados nativos, los askari. Aunque escasos en número, formaban una tropa de élite que se había curtido en las feroces luchas contra las tribus nativas, muy frecuentes antes de que Alemania se diese cuenta de que podía ganar más tratando mejor a sus territorios africanos.

Askari significa soldado en swhaili, y era una denominación que usaban tanto alemanes como ingleses. Los askari alemanes estaban entrenados en la lucha de guerrillas, que había sido su forma de combatir durante generaciones, y estaban acostumbrados a vivir sobre el terreno. Las órdenes se daban en alemán, y para las que necesitaban más largas explicaciones se utilizaba el swahili.

Cuando estalló la guerra, von Lettow-Vorbeck secuestró al cónsul general alemán que pretendía rendir el territorio a los ingleses y se preparó para la defensa. Contra él Gran Bretaña mandó una fuerza de unos ocho mil hombres que desembarcaron el 2 de noviembre en las playas de Tanga.

Allí les esperaba von-Lettow con todas las tropas que había logrado distraer del frente norte. Para tener toda la información posible llegó a disfrazarse de nativo y recorrer en bicicleta las calles de la ciudad hasta llegar a las líneas enemigas. A continuación organizó sus tropas, que estaban en proporción de uno a cuatro con respecto a las británicas.

Los soldados indo-británicos avanzaron sobre la ciudad venciendo sin mucha dificultad la resistencia inicial hasta llegar al hotel Detscher Kaiser, donde izaron la Union Jack. En ese instante von Lettow ordenó envolver al flanco británico, mandando a sus tropas atacar con balloneta. Era un todo o nada contra fuerzas muy superiores en número. Los askari se lanzaron a la lucha entre toques de corneta y gritos de guerra. Los soldados indios, soprendidos por la fiereza del ataque, se dispersaron y huyeron hacia las playas, dejando tras de sí abundante armamento y munición, teléfonos de campaña y suficiente ropa como para vestir a las tropas alemanas durante un año.

Von Lettow-Vorbeck había logrado infringir una primera y dolorosa derrota a Gran Bretaña, logrando ganar un poco de tiempo que emplearía en organizarse antes del siguiente golpe, que habría de ser mucho más fuerte.

Como dato curioso, algunas compañías de soldados indios en retirada cruzaron sobre unas colmenas de abejas salvajes, lo que dio pie entre las tropas británicas a la leyenda de que Lettow había llegado incluso a "conjurar a las abejas" en su contra. Este sirvió para dar al episodio el nombre apócrifo de La batalla de las abejas con el que también es conocido.

Fuentes:

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