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Monday, December 28, 2009

Paul von Lettow-Vorbeck (II): Guerra de guerrillas

En una entrada anterior habíamos contado como Paul von Lettow-Vorbeck había recibido el mando de las fuerzas alemanas en África Oriental, la Schutztruppe, poco antes del comienzo de la I Guerra Mundial. A pesar de la desproporción de fuerzas, von Lettow rechaza el primer intento de invasión británica en la batalla de Tanga.

Von Lettow pronto se dio cuenta de que era inútil esperar refuerzos ni material desde la metrópoly. Estaba solo, rodeado de territorio hostil y con los británicos dominando las aguas, pero aún así se esforzó en hacer todo lo posible para ayudar a su país. Era consciente de que África era un teatro de operaciones secundario; la guerra iba a decidirse en los campos de batalla de Europa. Decidió entonces que su mejor contribución a la victoria de Alemania era convertirse en una constante molestia para los aliados: cada hombre destinado contra él sería un soldado menos luchando en Europa.

Los alemanes se dedicaron a hostigar las comunicaciones entre los territorios británicos. Al mismo tiempo von Lettow reclutaba nuevos soldados para su Schutztruppe llegando hasta los 14.000 hombres, el 90% de ellos africanos. Del crucero alemán SMS Königsberg rescata sus piezas de artillería, ordenando a los talleres  de Dar es Salaam que construyan carros para transportarlas. Serían las mayores piezas de artillería de todo el frente de África Oriental.

Cañones del Königsberg en tierra. Foto tomada de Wikipedia.

En los primeros combates von Lettow aprende una dolorosa lección: la victoria no compensa la pérdida de hombres bien entrenados que no puede reemplazar. Desde entonces optará por evitar el enfrentamiento directo.

En febrero de 1916 la Entente se decide a acabar de una vez por todas con esta molestia. Manda contra él un ejército de 45.000 hombres, con fuerzas británicas atacando por el norte y el sur, y belgas desde el Congo, en el oeste. Al mando otra leyenda de la historia blanca del continente, el general J.C. Smuts, que había luchado contra Gran Bretaña en la guerra de los Bóers y ahora dirigía las fuerzas de esta nación contra von Lettow.

Reparto colonial de África en 1914. Imagen tomada de How Stuff Works.


Ante esto la Schutztruppe opta por una guerra de guerrillas. Constantemente en movimiento, ataca dónde el enemigo no le espera. A su favor está la alta moral de sus tropas, reforzadas por la admiración que sienten por su comandante que hacen que le sigan a cualquier parte. Von Lettow habla fluidamente swahili y nombra oficiales de color; según sus palabras: “Aquí todos somos africanos”. Aún así en su constante peregrinar evita las regiones de origen de sus soldados para evitar posibles deserciones.

El ejército alemán se ve obligado cada vez más a vivir del terreno. Cuando pueden llevan con ellos ganado para alimentarse, además de lo que pueden cazar. Al atravesar zonas desérticas se ven obligados a beber su propia orina, hacen sus botas con piel de búfalo, y a falta de medicinas utilizan remedios tradicionales con mayor o menor eficacia (el propio von Lettow llega a enfermar hasta diez veces de malaria).

En 1917 el general van Deventer releva a Smut y retoma la ofensiva al mando de 120.000 hombres frente a los escasos 3.000 supervivientes de la Schutztruppe. Von Lettow se ve obligado a retirarse hacia el sur. Entra en el Mozambique portugués, que ha declarado la guerra a Alemania, consiguiendo arrebatar a las guarniciones de allí gran cantidad de material, es especial modernos rifles y suministros médicos. Luego vuelve al África alemana, venciendo cada batalla disputada, y entra en Rodhesia del Norte, siendo el único comandante alemán en la guerra que invade territorio inglés. Allí recibe la noticia del armisticio. Tras plantearse la posibilidad de continuar la guerra por su cuenta, finalmente von Lettow decide deponer las armas. Armas, que al igual que sus ropas o municiones, han sido en un noventa por ciento arrebatadas a sus enemigos. Como comenta el historiador Charles Miller, “Más que rendir sus armas lo que hizo fue devolver artículos prestados».

«Técnicamente hablando», escribe el americano John Gunther, «no fue una rendición, sino que Lettow licenció a sus tropas y se puso a disposición del comandante enemigo». Y Charles Miller señala: «Hubo una ridícula ceremonia: la capitulación de un ejército que no había perdido ante un ejército que no había ganado».

Es fácil escuchar hablar de esta guerra como una guerra de caballeros. En cierta ocasión el general Smut hizo llegar a von Lettow la noticia de que había recibido la Cruz de Hierro acompañada de una felicitación personal. Von Lettow respondió agradeciendo el detalle y afirmando que debía haber un error, ya que él no era merecedor de tan alto honor. Además von Lettow liberaba a los oficiales enemigos bajo promesa de no volver a levantar las armas contra Alemania mientras durase el conflicto. De este modo, además, se ahorraba tener que cargar con los prisioneros durante sus continuas marchas. Eso sí, en ninguna de mis fuentes se menciona nada sobre el trato que se profesaba a los prisioneros nativos.

Esta fachada de caballerosidad no debe ocultar lo que la guerra significó para los verdaderos habitantes del país. Cuando Smuts y, posteriormente, van Deventer fueron conscientes de que no iban a conseguir empujar a von Lettow a un enfrentamiento directo, su estrategia se dirigió contra sus fuentes de alimentos, esperando rendirlos por el hambre. Esto forzó a los alemanes a actuar como saqueadores. Según palabras de Ludwig Deppe, uno de los médicos que acompañaba a la Schutztruppe: “A nuestra espalda dejábamos campos destruidos, graneros saqueados y, en el futuro inmediato, hambre. Ya no éramos emisarios de la cultura, nuestro camino estaba surcado de muerte, pillaje y pueblos evacuados...”

El trato de los habitantes del África Oriental alemana no mejoraba bajo los nuevos dueños del territorio, ya fueran británicos o belgas, que se desentendían de la situación de la población. De hecho, cuando había problemas de suministro, los askari ingleses recurrían al ancestral método de saquear las aldeas vecinas. Finalmente, y como suele suceder, fue la población local la que más sufrió una guerra decidida por personas que vivían a miles de kilómetros de allí.

Actualización: Añado un mapa que muestra la ruta seguida por von Lettow durante la guerra. Lo he encontrado buscando en imágnes de Google y proviene de Jaduland. Lástima que la página esté en alemán (o, más bien, lástima que yo no lo hable).



Fuentes:

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