Corría el año 1303 cuando el emperador de Bizancio,
Andrónico II Paleólogo, decide tomar a su servicio a una tropa de mercenarios aragoneses, los
almogávares. Lo que en un primer momento parecía una decisión acertada derivó en un episodio que entró en la historia negra de Grecia con el nombre de la
Venganza Catalana.
Los almogávares eran tropas mercenarias de infantería ligera. Sus miembros habían quedado arruinados debido a las razzias árabes y habían tomado el oficio de las armas, organizando incursiones de pocos hombres en territorio árabe. Poseían lo justo: una camisa, un par de lanzas, una espada corta, a veces un escudo y una gran piedra para encender fuego que golpeaban contra su espada haciendo saltar chispas antes de entrar en combate, mientras entonaban su grito de guerra "¡Desperta ferro!" o "¡Aragón!". Incluso para los estándares de la época tenía que ser un espectáculo impresionante que debía quitar las ganas de pelear a más de uno.
Durante el enfrentamiento entre la Corona de Aragón y el Reino de Sicilia que siguió a las
Vísperas Sicilianas, los almogávares jugaron un importante papel desembarcando detrás de las líneas enemigas para dedicarse a la guerra de guerrillas, desviando tropas napolitanas del esfuerzo principal. Cuando acabó la guerra el nuevo rey aragonés de Sicilia se encontró con el problema de qué hacer con estos endurecidos mercenarios sin ocupación que ya empezaban a causar problemas con la población local.
Antes de que la situación se deteriorase más, los almogávares buscaron algún otro gobernante al que ofrecer sus servicios, decidiéndose por el emperador bizantino Andrónico II. En la elección influyó que su líder,
Roger de Flor, tenía un contencioso con sus antiguos compañeros templarios a cuenta de un tesoro que se había
extraviado durante el desalojo de San Juan de Acre. Bizancio, por su lejanía, era la opción perfecta, más aún cuando los bizantinos siempre estaban dispuestos a pagar para compensar su endémica falta de soldados.
Los bizantinos, que hacía menos de cincuenta años que había
recuperado su capital tras el desastre de la
Cuarta Cruzada, estaban sufriendo la constante presión de las tribus turcas en Anatolia. El emperador ofreció a Roger de Flor la mano de su sobrina y el título de megaduque (a los bizantinos les encantaban los títulos rimbombantes). Fundaron entonces la
Gran Compañía Catalana y pusieron rumbo a Constantinopla. El rey
Federico III de Sicilia estuvo encantado de poner a su disposición barcos para
librarse de ellos transportar a 1500 marineros y 4000 almogávares junto con sus familias.
Pronto se dio cuenta Andrónico de la catadura de sus nuevos asalariados cuando, nada más llegar a Constantinopla, se enzarzaron en una batalla campal con la importante colonia genovesa, no se sabe si buscada o surgida a partir de una riña callejera, que acabó con muerte de 3000 genoveses. Detrás estaba la gran rivalidad entre Génova y Barcelona, enfrentadas por el comercio en el Mediterráneo. Sin embargo, tan pronto cruzó a Anatolia la Gran Compañía demostró su valía en combate. Por tres veces derrotaron a los turcos, siempre en inferioridad numérica y siempre causando grandes bajas al enemigo (no tomaban prisioneros, ejecutando a todo varón mayor de diez años). Destaca especialmente su victoria en Puertas de Hierro, dónde 8.000 almogávares derrotaron a un ejército turco compuesto por 30.000 soldados, causando 18.000 muertos enemigos. Y todo esto sin tener en cuenta que entre combate y combate los almogávares se dedicaban al noble deporte de reñir entre ellos.
Pero en una corte tan aficionada a las intrigas como la bizantina el triunfo no estaba bien visto. Celos al cada vez mayor ascendiente de Roger de Flor, junto con la oposición de los genoveses y los cada vez mayores problemas con la población local (debido a que los almogávares se cobraban saqueando los salarios que el emperador tardaba en pagar) hicieron que se formara una facción opuesta a ellos que incluía al hijo del emperador,
Miguel IX Paleólogo.
La gota que colmó el vaso fue el nombramiento de césar a Roger de Flor por Andrónico II, dándole como feudo todos los territorios conquistados en Asia Menor. Temiendo que Roger aprovechara su nueva posición para fundar un reino al margen del imperio (lo que puede que no andase muy lejos de sus intenciones), Miguel IX convocó a un centenar de jefes almogávares a un banquete en Adrianópolis, en el que fueron asesinados por mercenarios
alanos junto con los 1000 infantes que les acompañaban. Cuando recibieron la noticia, los almogávares indignados desataron una gran matanza entre los habitantes de Gallipolli, donde se hallaban acantonados.
Si, como parece ser, el plan de los conspiradores era que al asesinar a sus líderes la Compañía Catalana sería fácil de vencer estaban muy equivocados. Al grito de "¡Desperta, ferro!" se lanzaron contra el gran ejército que el emperador mandó contra ellos, matando a 26000 bizantinos (la cifra, no del todo fiable, se debe a
Ramón Muntaner, cronista de la Compañía que estuvo en la batalla. Según él
no se alzaba mano para herir que no diera en carne). Pero la victoria salió cara, sufriendo ellos mismos numerosas bajas. Aún así lograron vencer a otro ejército bizantino, gracias a la incorporación a sus filas de tropas turcas y de mercenarios que abandonaron a sus empleadores bizantinos, siempre con retrasos a la hora de pagar, por la promesa de un suculento botín. Finalmente se hicieron fuertes en
Tracia y
Macedonia, devastando estas regiones durante dos años en lo que se llamó la
Venganza catalana. Su recuerdo perduraría en la memoria de los pueblos de la zona durante siglos, de tal forma que los monjes del Monte Athos llegaron a prohibir la entrada a ciudadanos catalanes hasta hace pocos años.
Además, enterados de que los mercenarios alanos que habían asesinado a sus compañeros habían sido licenciados y volvía a sus casas, los interceptaron y mataron a todos, respetando sólo la vida de las mujeres. Y, por supuesto, todo lo anterior lo hicieron sin dejar de reñir y enfrentarse entre ellos.
Finalmente sus servicios fueron requeridos por el
ducado de Atenas, uno de los reinos francos que había surgido tras la Cuarta Cruzada, para enfrentarse al rey de Tesalia. Pero tras derrotarle, el duque de Atenas se negó a pagar lo prometido (cosa poco inteligente viendo con quien estaba tratando). Los almogávares se rebelaron contra él, derrotándolo y tomando el control del ducado. Poco después conquistaban Tesalia, que convirtieron en el ducado de
Neopatria, tomando posesión en nombre de la
Corona de Aragón y proclamándose subditos del rey Federico III de Sicilia (y siendo excomulgados por ello). Ambos ducados permanecieron en sus manos hasta 1388-1390.
La venganza catalana escribió un página negra en la historia de Grecia, hasta tal punto que en algunos países balcánicos existe la figuran del Katalan, un guerrero-gigante sediento de sangre que se usa para asustar a los niños. Y aún hoy si un griego quiere maldecir a alguien le increpa: "Así te alcance la venganza de los catalanes".
Actualización: Os recomiendo leer el
comentario que ha dejado Alfmogavar, donde explica cómo los términos "Venganza catalana" y "Gran Compañía Catalana" fueron creado varios siglos después de los hechos.
Fuentes: