Un soberano que se aburría pidió que le buscaran a alguien capaz de una hazaña que sólo él pudiera llevar a cabo.
Sus emisarios buscaron mucho tiempo antes de encontrar a un hombre que podía lanzar un hilo y, a distancia, hacerlo pasar por el ojo de un aguja. Se trataba de una proeza inimaginable que el hombre realizó varias veces en presencia del soberano y de toda la corte.
El rey le dijo a su primer ministro que se le dieran a aquel hombre cien monedas de oro y cien bastonazos.
-¿Por qué cien bastonazos? -preguntó el hombre.
-Las cien monedas de oro recompensan tu hazaña -le dijo el rey- porque, en efecto, nadie en el mundo puede imitarte. Los cien bastonazos que vas a recibir son el castigo por haber perdido tanto tiempo en semejante tontería.
FIN
Lo cuenta Jean-Claude Carriére en El segundo círculo de los mentirosos. Cuentos filosóficos del mundo entero.
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