The Day of the Triffids es un clásico de la ciencia-ficción de John Wyndham, que había sido llevado anteriormente tanto al cine como a la pequeña pantalla. Cuando escuché hablar de ella me dije “hombre, hace tiempo que no ves nada de ciencia-ficción, con lo aficionado que has sido siempre, vamos a darle una oportunidad”. Mejor me hubiera ido comprándome el libro.
Los trífidos son unas plantas que, en la versión de la BBC, producen un combustible gracias al cual hemos logrado evitar el calentamiento global. Sólo tienen un problemita: como no podía ser de otra forma a nuestros amigos los trífidos no hay nada que les guste más que un buen filetito de carne humana. Y además son capaces de moverse. Por eso están recluidos en unas granjas especiales de máxima seguridad. Pero claro, como todos sabemos “devorador de carne humana” y “máxima seguridad” son dos cosas que no pueden ir juntas en una historia de que se precie. Y llega el momento (no os cuento cómo para no reventar la trama) en que los trífidos salen a pasear y buscarse algo que llevarse a la… ¿corola? ¿salvia? (Yo me pregunto, ¿de dónde viene esa manía de todos los monstruos carnívoros por la carne humana? ¿Por qué en cuánto dejas a uno suelto se va corriendo a buscar una ciudad, centro comercial… en lugar de irse a una granja a pegarse un atracón de carne de vaca, que además no tienen armas para defenderse?).
Los protagonistas son un científico que ha dedicado su vida a estudiar a los trífidos y una presentadora de televisión. Tendrán que enfrentarse, además de a las plantas carnívoras, a el malo, el que siempre intenta aprovechar la ocasión en su provecho en vez de arrimar el hombro para acabar con la amenaza. No suena a nada nuevo, pero eso no quiere decir que no tuviera los ingredientes para hacer un divertimento que te mantuviera en tensión durante un rato. Pero eso no ocurre. El guión es bastante flojo, lleno de lugares comunes, y va saltando de una situación a otra sin molestarse en enlazarlas de manera coherente.
Además falla una de las condiciones básicas para hacer que la historia funcione: los malos. Qué sería de La Guerra de las Galaxias (la trilogía de verdad, ojo, no la postiza de luego) sin Darth Vader, de Alien sin su ídem, o de El Inspector Gadget sin el Dr. Mad… Los trífidos no se muestran bien al principio, y uno acaba entendiendo por qué. Vale que una planta carnívora no da para mucho (salvo que estemos hablando de La Pequeña Tienda de los Horrores, claro), pero la primera vez que vi a un trífido sólo pude pensar en la aloe vera que tengo en la terraza. Lo cual estuvo bien, porque sirvió para recordarme cuánto hacía que no la regaba, que la pobre se estaba viniendo abajo.
Eso las plantas. El malo humano es todavía peor. De opereta. Y como hoy tengo el día generoso no quiero ponerme a hablaros del final, pero vamos…
Total, que no la recomiendo (aunque no sé si se me ha notado mucho).
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