Curioseando por La Aldea Irreductible he encontrado una divertida entrada sobre pifias bélicas. En particular me ha gustado la parte que habla de la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905). Esta guerra surgió de la colisión entre los imperios en expansión en el norte de China y Corea. En cuanto rompieron las hostilidades Rusia se apresuró a enviar su flota del Báltico en un viaje que estuvo plagado de incidencias a cual más esperpéntica. Hay que tener en cuenta que la flota rusa estaba anticuada y conducida por marineros inexpertos y oficiales mediocres.
Para empezar la armada rusa confundió por dos veces a pesqueros o mercantes de países neutrales con barcos de guerra japoneses, bombardeándolos y dando lugar a los correspondientes incidentes diplomáticos. Además, al pasar por el norte de África uno de sus barcos se enredó con un cable submarino. Solución: cortarlo, claro. El problema es que se trataba de un cable de comunicaciones, y al seccionarlo dejaron incomunicados a ambos continentes durante cuatro días.
No sólo fueron otros los que sufrieron los desmanes de la flota rusa. Por el camino también encontraron la forma de bombardearse entre ellos; durante una prácticas de tiro, al utilizar un barco destinado al desguace como blanco, los artilleros mostraron cuan buena era su puntería... hundiendo al remolcador ruso que lo arrastraba. Además, cuando uno de los barcos decidió hacer un disparo para honrar a los muertos por enfermedad que habían tenido durante el camino, ¿a qué no adivináis contra qué impató el obús?
Con este prólogo no es sorprendente que, cuando al fin llegó a su destino, la armada rusa fuera barrida del mar por la japonesa en la batalla de Tsushima.
No comments:
Post a Comment