Después de terminar de ver Outcasts decidí cambiar un poco de tercio, así que de un serie británica de ciencia ficción que no se renovó después de su primera temporada pasé a una serie estadounidense de ciencia ficción que no se renovó después de su primera temporada. Qué queréis que os diga, España y yo somo así, señora, y ya os conté en mi última entrada seriéfila mi particular relación con la ciencia ficción.
En Defying Gravity (2009) nos encontramos con la historia de la misión Antares, una nave con siete tripulantes en una misión que les llevará a visitar siete planetas en seis años. Un hito en la exploración espacial que, desde el primer capítulo, nos insinúan que no es sino una tapadera para algo más grande. Casi antes de comenzar la misión empiezan a ocurrir cosas extrañas...y hasta aquí puedo leer.
Los episodios alternan dos líneas temporales, el presente de la misión y cinco años antes, cuando los entonces candidatos a astronautas llevaban a cabo su entrenamiento. Estos flashbacks nos ayudan a entender el comportamiento de los protagonistas y sus relaciones personales. Porque son las relaciones personales entre los astronautas, entre sí y con el personal de tierra, las verdaderas protagonistas durante gran parte de la serie.
Defying Gravity me dejó buen sabor de boca. Empieza bien y va subiendo en intensidad a medida que cobra mayor importancia el misterio que envuelve la misión, hasta en el momento en el que algunas claves son finalmente desveladas. A partir de ahí baja la tensión. Los episodios que siguen desde ese momento hasta el final de la temporada están más basados en las relaciones entre los astronautas y, en particular, la pareja protagonista, lo que, al menos para mí, le quitan a la serie gran parte de su interés.
A pesar de esto último Defying Gravity es una serie correcta con una buena ambientación (si exceptuamos el truco para saltarse la falta de gravedad y, mucho más serio y sin molestarse en explicarlo, que las comunicaciones entre la nave y la Tierra fueran instantáneas) y una historia que engancha al principio y que parecía prometer. Sólo le faltó una cosa, precisamente la más importante, audiencia.
Bonus: Si habéis visto, o pensais ver, la serie, en la web podéis encontrar un par de páginas donde su creador, James Parriott, cuenta cómo iba a continuar y cuál hubiera sido su final.
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