Leo el siguiente párrafo en el capítulo de Las Grandes Batallas de la Historia, editado por Canal Historia, dedicado a la batalla de Lepanto (1571):
Don Juan de Austria había prometido a los galeotes de su flota que, en caso de conseguir la victoria, les liberaría del remo. Tuvo que cumplir su promesa, por lo que la flota española quedó temporalmente sin hombres. Para reponer los brazos que empujaban las naves, a partir de entonces los jueces y alcaldes recibieron la orden de que por cualquier delito, por pequeño que fuera, se condenase a la pena de galeras.
A eso le llamo yo legislar en el calor del momento. Como decía mi abuelita: "Nunca invadas Rusia en invierno, ni robes una gallina después de Lepanto".
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